google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Santiago Ferrer
Mostrando entradas con la etiqueta Santiago Ferrer. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Santiago Ferrer. Mostrar todas las entradas

6 de noviembre de 2015

Descubren la muralla occidental del campamento romano de Aquis Querquenis, en Bande (Ourense)

La campaña de excavaciones de 2015 también ha permitido definir las letrinas y un nuevo barracón de tropas en el ala occidental del campamento, además de restos de cerámica y un denario Domiciano. En 2017 se espera completar la consolidación del yacimiento.
Los operarios delimitan un tramo de la muralla occidental del campamento militar romano. FOTO: MARCOS ATRIO.
El campamento militar romano Aquis Querquenis de Porto Quintela, en Bande (Orense), suma nuevos espacios habitacionales a añadir al espacio museístico al aire libre que representa el yacimiento ubicado en los márgenes del embalse de As Conchas.

La campaña de excavaciones de 2015, desarrollada los meses de septiembre y octubre, ha permitido definir las letrinas y un nuevo barracón de tropas en el ala occidental del campamento, así como el descubrimiento de un tramo de la muralla. "El balance es bueno, este año hemos llevado a cabo excavaciones en tres cuadrículas de 10x20 metros, completando lo excavado en 2014", comenta el arqueólogo Santiago Ferrer, director de la campaña promovida por la Fundación Aquae Querquennae-Vía Nova, que explica que de cara a 2016 confían en sacar a la luz la totalidad de los espacios para que "en 2017, ya con una cantidad de restos considerables, completar la consolidación del yacimiento", en referencia a la reconstrucción de los muros a media altura para facilitar la comprensión de los visitantes.

OTROS HALLAZGOS
En el transcurso de esta campaña, los cinco operarios que han trabajado bajo la supervisión de Ferrer, han descubierto varios restos de cerámica y un denario Domiciano, una moneda de plata del siglo I. "Este campamento fue abandonado por el traslado de la unidad, por lo que no se localizan grandes cantidades de objetos, pero si algunos trozos de vajillas de mesa y, como este año, un denario Domiciano", resaltaba Ferrer, que explica cómo las piezas ya están en manos de sus depositarios, el Museo Arqueológico Provincial.

Las primeras excavaciones en el yacimiento banduense comenzaron en 1979 y, desde entonces, "se ha descubierto el 50% del campamento, que tiene una superficie interior de dos hectáreas y media, luego hay que sumar la muralla y el foso perimetral", explica Ferrer, que calcula que en su periodo de mayor esplendor, el campamento llegó a cobijar 600 militares.

Sobre la zona pendiente de descubrir, el arqueólogo valdeorrés explica que "se concentra en la parte oriental, que es donde creemos que estaba la contingencia de caballería y donde debe estar el Pretorio, el cuartel del mando superior".

21 de marzo de 2013

Descubierta una mina de oro romana en Lugo

Se trataría del aurífero romano más grande de Galicia, y el único conocido que lavaría el metal precioso no en dirección a un río, sino a una ría. El yacimiento puede llegar a ocupar 150 hectáreas. Es el primero de estas características que aparece en A Mariña, entre Foz y Barreiros.
"Pepitas" de oro extraídas actualmente de las arenas del río Miño
 en Salvaterra por la empresa "Áridos do Mendo".
FOTO: La Voz de Galicia / Óscar Vázquez
Las jornadas micológicas dan a veces frutos inesperados. Sobre todo cuando el amante de las setas sabe leer los mensajes ocultos bajo los montones de piedras y las formas onduladas del terreno, que no acostumbran ser caprichosas. En A Mariña coincide que hay varios de estos aficionados al níscalo y el cantarelo que además son capaces de emocionarse ante un petroglifo, una mámoa o lo que podría parecer el parapeto de un castro.

La última vez, en Foz, cesta de mimbre en mano, lo que creyeron toparse dos de estos vecinos de la comarca lucense fue precisamente eso, un parapeto y el consiguiente foso. Pero pasó que después de este foso se levantaba otro parapeto, seguido nuevamente de un foso, y de otro parapeto y otro foso. Parecía una sucesión eterna. La fortificación semejaba excesiva, imposible, y entonces Manuel Miranda, que era precisamente uno de los dos colectores de setas, se llevó la duda a casa tras la excursión. Y no se le ocurrió mejor cosa, a quien también ejerce de portavoz del colectivo Mariñapatrimonio, que empezar a despejar su intriga repasando la toponimia de la zona.

Toponimia referida al agua

Rego Grande, Pozo Mouro, Quebradoiro, Cal, Furada, Piego, Meixador, por la banda de Foz. Lagoa, Covas y Carral, ya al otro lado del límite municipal, en el ayuntamiento de Barreiros. “Nos dimos cuenta de que muchas de estas palabras hacían referencia al agua, a las conducciones, a los pozos, y que eso tenía que indicar algo”, explica Miranda. “Cal es canal; Piego es piélago, que en castellano tiene también la acepción de estanque; Meixador es, según algunos estudiosos de la toponimia, un lugar por donde se vierte agua; Carral es, entre otras cosas, un lugar con surcos que recuerdan el rastro de las ruedas de los carros”.

Los miembros de Mariñapatrimonio, un grupo que en el último lustro ha informado a la Xunta de numerosos hallazgos arqueológicos que nadie antes había identificado, comprobaron que aquella extraña estructura de fosos y parapetos encontrada en el lugar de A Espiñeira (Foz) tenía su continuidad en la vecina zona de As Covas, al borde de la ría, en Barreiros. Y descubrieron otros signos, como unos montículos de cantos rodados que bien podían ser murias, las escombreras que dejaban a su paso los romanos después de explotar una mina. 

Fotografía aérea del año 1956
Fotografía aérea de 1956 que ayudó a limitar la zona de la mina.
Las fotos aéreas que consultaron en Internet no ayudaban mucho. La zona está repoblada con pinos y eucaliptos que apenas dejan ver el suelo desde el cielo. Hasta que, buscando con paciencia, se toparon con imágenes en blanco y negro, del año 56. Ahí la vegetación todavía no había crecido, y el terreno aparecía dibujado de surcos que desembocaban en otros canales más grandes, ladera abajo.

Por entonces, y ya con la sospecha de que aquello se trataba de una mina, habían telefoneado al arqueólogo Santiago Ferrer, uno de los mayores expertos gallegos en yacimientos romanos, que dirige en Bande la excavación del campamento militar de Aquis Querquennis siempre que lo permite el nivel de las aguas (las ruinas duermen buena parte del año sumergidas en el embalse de As Conchas). Según Miranda, cuando le enviaron la vieja foto aérea, la respuesta de Ferrer fue rotunda. No cabía duda de que se trataba de una mina de oro romana, con canales, balsas y depósitos para el lavado y la decantación del mineral. 

Primera mina de oro en A Mariña
Nadie antes había sospechado que en A Mariña se hubiese extraído oro. Es la primera mina que aparece, y según Mariñapatrimonio, a juzgar por las estampas aéreas, podría alcanzar unas dimensiones enormes: 150 hectáreas de terreno repartidas entre Foz (50 hectáreas) y Barreiros (unas 100). Efectivamente, si así fuese, se trataría del aurífero romano más grande de Galicia, y el único conocido que lavaría el metal precioso no en dirección a un río, sino a una ría.

Pero el arqueólogo, que visitó el lugar con miembros de Mariñapatrimonio y el alcalde de Foz, es cauteloso. Según él, lo que de momento se puede decir de este yacimiento es que se encuentra en buen estado de conservación y que es “novedoso”, porque “nadie imaginaba que pudiera existir”. Miranda añade que esta mina, “una obra de ingeniería bestial”, podría explicar la abundancia de castros en la zona. Alrededor hay registrados 20 asentamientos que pudieron haber surgido para alimentar de mano de obra el filón. Se supone que los técnicos que dirigieron la construcción del complejo sistema de canales y compuertas eran ingenieros de la Legio VII Gemina, es decir, de León. La mina era propiedad de Roma, y los pobladores castrexos pagaban los impuestos al Imperio con su trabajo y las pepitas de oro que con él obtenían.

La actividad pudo llegar a extenderse, como en el resto de las minas romanas, del siglo I al III. “Entonces, todas se abandonaron”, ilustra Santiago Ferrer. “Se cree que en algún momento se dio una fluctuación en el precio del mineral. Bajó mucho y ya no interesaba... No, no fue porque se acabase el oro. El oro todavía sigue estando”.

(Fuente. El País / Silvia R. Pontevedra)