google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Pedro Delgado
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10 de marzo de 2017

Aparecen restos del siglo X en una parcela de Badajoz

El hallazgo constata la existencia de un arrabal fuera de la Alcazaba poco tiempo después de su fundación. Han encontrado piezas de cerámica andalusí, algunas casi intactas.
Las excavaciones han dejado al descubierto vertederos del S. X FOTO: CASIMIRO MORENO
En la calle Costanilla, en El Campillo, existía desde los años 30 del pasado siglo un solar que los vecinos conocían como ‘la casa caída’. La llamaban así porque decían que durante la Guerra Civil una bomba destruyó la vivienda ubicada a mitad de esta calle, desde la que se ven los jardines de La Galera. Ahora esta parcela, de apenas 80 metros cuadrados, ha revelado una historia mucho más antigua. Bajo la superficie han aparecido utensilios del hogar de barro del periodo andalusí.

Los restos arqueológicos descubiertos durante las obras proyectadas para la construcción de una vivienda privada vienen a constatar la ocupación de la ciudad más allá de la Alcazaba ya en el siglo X. Esto significa el desarrollo temprano del arrabal de Badajoz, teniendo en cuenta que Ibn Marwan fundó la ciudad en el último tercio del siglo IX (año 875).

LA EXTENSIÓN DE BATALIUS
«Se ha encontrado cerámica del siglo X que atestigua que hubo ocupación en un punto lejano de lo que fue la primera cerca de la Alcazaba, más pequeña que la que hoy conocemos que es de época almohade», cuenta Pedro Delgado, arqueólogo de la obra. La importancia de este descubrimiento –valora– es que «en esta zona se puede hallar desde cuándo se está desparramando Batalius fuera de los límites de la Alcazaba».

El descubrimiento se produjo durante los trabajos de cimentación del solar. Tras la tierra, apareció lo que en la jerga arqueológica se conoce como sustrato arqueológico, es decir, el primer nivel sobre la roca madre. «De ahí no ha pasado el hombre, por eso cuando llegamos a ese punto hay que acabar la excavación», explica Delgado.

A partir de ahí, el arqueólogo, que ha hecho un seguimiento de la obra desde su inicio al tratarse de un solar ubicado en la zona de máxima protección según la normativa municipal, detectó dos agujeros, uno de más de dos metros y otro más pequeño, que habían sido usados como contenedores.

En ellos se han hallado «restos de la vida cotidiana como ollas, cántaros, jarras y cazuelas, todos de cerámica andalusí del califato Taifa, restos de animales, trozos de tejas y ceniza», relata Delgado. Estas piezas, algunas casi intactas, ahora las documentará y las enviará al Museo Arqueológico.

Estos vertederos, que el arqueólogo entiende que debían estar en un espacio abierto exterior de la calle –ya que en el solar no hay estructuras de muros que permitan vincularlo a un espacio de ocupación–, podrían ser, en realidad, silos reutilizados de un periodo anterior.

INTERPRETACIÓN
«Esta es una de las interpretaciones. No tiene sentido que en aquella época se hiciera un agujero para rellenarlo de desperdicios, simplemente hubiesen hecho un montón», por eso –añade Pedro Delgado– «una explicación viable es que fuesen silos de almacenamiento de granos reutilizados como vertederos por generaciones posteriores», explica y agrega que, si bien en el ámbito rural es muy fácil constatarlo, no es así en la arqueología urbana porque el terreno se ve perturbado durante cientos de años.

La posibilidad de que fueran silos viene avalada además porque son fácilmente identificables por su forma circular, porque antes se hacían bajo tierra y porque su tamaño es el que solía emplearse en núcleos urbanos. En cualquier caso, a este respecto no hay certeza arqueológica.

Delgado concluirá hoy la toma de datos sobre el terreno y elaborará un informe donde documentará el hallazgo para remitirlo a Patrimonio. Entretanto, la obra permanecerá parada hasta que la Junta de Extremadura dicte las normas que deberá regir la posterior edificación.