google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Odyssey
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1 de septiembre de 2011

México disputa a Odyssey la búsqueda de la Flota de la Nueva España

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) de México y la Fundación Emilio Azcárraga Vidaurreta AC han firmado un conveniomarco de colaboración que permitirá en un primer momento continuar con la búsqueda de la Flota de la Nueva España, hundida en 1631 en el Golfo de México. 
Lugar donde se hundió la flota, en la zona conocida como
Sonda de Campeche.


Se trata del primer convenio de colaboración que signa el Instituto con una fundación encaminado a coadyuvar en la investigación y recuperación del patrimonio cultural sumergido tanto en el mar como en aguas interiores(cenotes, lagos, lagunas, etc.), espacios acuáticos donde yacen vestigios paleontológicos, arqueológicos e históricos, cuyo estudio en muchos casos requiere de equipos de tecnología avanzada de alto costo, así como del uso de embarcaciones.


La compañía «caza-tesoros» "Odyssey" pidió en 2006 permiso a México en dos ocasiones para rastrear el pecio, pero se le denegó.


La empresa que pilota Greg Stemm puso sus ojos en uno de los mayores tesoros que aún descansan bajo el agua, el del «Nuestra Señora del Juncal», una nao española que abría la comitiva de la flota «Nueva España» a trece barcos (entre galeones, fragatas, pataches, etcétera) que habían zarpado de Veracruz, en México, camino de España en 1631. Cádiz era el punto final del tornaviaje o viaje de regreso, en el que la nave transpotaba un cargamento de altura: maderas preciosas, sedas, cerámica oriental y especias, así como grana silvestre, cochinilla, chocolate, algodón y minerales, además de monedas de oro y plata.

Nueve de esos barcos lograron llegar a puerto, sin embargo, entre ellos no se hallaba la nave principal, ya que una tormenta la hundió en el Golfo de México (dentro de la zona conocida como Sonda de Campeche). Según documentos de la época, el almirante vasco Andrés de Aristizábal, al percatarse de que el fin era inminente y sólo un milagro les evitaría la muerte, «pidió su mortaja, sudario y con una cruz en la mano se encomendó a Dios, y con él todos sus soldados...». Hubo 36 supervivientes de un total de 339 personas que iban a bordo. Fueron rescatados en una pequeña chalupa tras una noche a la deriva.

En 2006, año en que los barcos de Odyssey, con el Explorer a la cabeza, merodeaban cerca de las costas españolas, Pilar Luna, subdirectora de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, denunció que la empresa «caza-tesoros» había presentado al menos dos propuestas para llevar sus embarcaciones hasta México y rastrear el botín, ofrecimientos que fueron rechazados «porque la compañía, con un enorme poder económico y contactos al más alto nivel, disfraza sus propuestas como proyectos de investigación cuando en realidad son meras búsquedas de tesoros».





11 de enero de 2011

Filipe de Castro: "Odyssey va a pagar"

Imaginen que estamos en el año 2525. En un desierto remoto yace polvorienta la nave Apolo XI en la que el hombre viajó por primera vez a la Luna. Unos exploradores encuentran el transbordador, despojan su interior de cualquier objeto y lo abandonan, dejando tras de sí el artefacto en el que la humanidad, por una vez, dejó de mirar sombras dentro de la cueva y se propuso dar un gran paso.

Puede parecerles ciencia ficción, pero para Filipe Vieira de Castro, director del Laboratorio de Reconstrucción de Barcos en la Universidad de Texas A&M, es tan sólo una metáfora de lo que está ocurriendo hoy en día bajo nuestros mares y océanos.
Filipe de Castro junto a una de las maquetas que utiliza en sus clases.
«Es una pena que un pecio único como el San Diego todavía no esté publicado», dice De Castro. Este galeón español, «dibujado, concebido y construido para realizar una de las rutas más largas y difíciles de este periodo, un space shuttle del siglo XVI» fue hundido cerca de Manila, Filipinas, por navíos holandeses en 1600. En 1991, el arqueólogo francés Frank Goddio lo encontró, extrayendo del buque cada una de los 6.000 piezas que allí se encontraban. Sólo quedó allí el barco y los huesos de trescientos marineros.
«El pecio ha sido excavado y sabemos de los cañones, de las monedas, de las porcelanas… pero el buque, lo realmente interesante desde el punto de vista intelectual, no ha sido publicado», se lamenta De Castro.
  • En 1991, el arqueólogo francés Frank Goddio encontró el "San Diego", extrayendo del buque cada una de los 6.000 piezas que allí se encontraban. Sólo quedó allí el barco y los huesos de trescientos marineros.
Originalmente un ingeniero civil en su Portugal natal, De Castro comenzó a interesarse por la arqueología náutica a principio de los noventa, colaborando de manera amateur con el Museo Nacional de Arqueología de Lisboa. En 1997, atormentado por el descarado saqueo que los cazadores de tesoros estaban infligiendo a los pecios portugueses, colaboró en la creación del Centro Nacional de Arqueologia Náutica e Subaquáteca.
Tras dirigir desde Lisboa la investigación de algunos naufragios, De Castro decidió desplazarse hasta Texas para aprender el oficio de la mano de leyendas como George Bass, padre de la arqueología subacuática, o Richard Steffy, cofundador del prestigioso Institute of Nautical Archaeology. Actualmente, el portugués ocupa el sillón de Steffy como director del laboratorio.
  • De Castro, además de impartir clases e investigar, colabora activamente con organizaciones internacionales que luchan contra los cazadores de tesoros.
«Odyssey va a pagar»
«Trabajamos 12 meses al año. La arqueología náutica no es como otros trabajos, es divertido e intelectualmente creativo. Nunca he sentido que necesitara vacaciones», dice De Castro, quien además de impartir clases e investigar, colabora activamente con organizaciones internacionales que luchan contra los cazadores de tesoros. «La Unesco está apoyando cada vez más nuestra causa, pero aún queda un largo camino. Actuamos después de que los cazadores de tesoros hayan hecho su trabajo. Deberíamos ser más proactivos pero estamos muy desorganizados».
Sin embargo, reconoce a España el mérito de haber sentado jurisprudencia en los tribunales internacionales. «Soy amigo personal de Greg Stemm y los dos sabemos que lo que él hizo estuvo muy feo y que se va a joder en el tribunal, sabemos que va a tener que devolver todas las monedas. Eso va a ser un muy buen ejemplo, que un cazador de tesoros, por primera vez, vaya a pagar», dice De Castro.
A lo largo de sus años en Texas, el arqueólogo portugués ha elaborado una base de datos de pecios españoles. «Están casi todos, sobre un centenar, con todas las imágenes y textos que he podido acumular» y que —aviso a navegantes— pone a disposición de cualquier investigador.
«Los ingleses han escrito la historia de la Armada española como un relato de gente malvada y avariciosa, que hundía sus barcos porque no eran competitivos», dice De Castro, «y la realidad es que estaban mapeando el planeta, haciendo los primeros estudios antropológicos de las gentes que encontraban y escribiendo páginas increíbles de la literatura mundial, pero los portugueses y los españoles tendemos a pensar en pequeño, y esto no está ayudando a la causa».
Más que una colmena de arqueólogos, el Laboratorio de Reconstrucción de Barcos de Texas A&M, repleto de barcos en miniatura, lápices y planos, parece el taller de una juguetería. De Castro y su equipo están trabajando ahora en la reconstrucción del Vasa, un barco de guerra sueco del siglo XVII. Investigan las culturas que produjeron esos barcos a través de contratos antiguos de compra-venta de madera o iconografía para recrear la construcción del buque y teorizar cómo van a meter dentro a 450 marineros, cuánta agua necesitan o dónde van a dormir.
Bajo la lámina de Vroom, la pantalla del ordenador muestra el detalle de un barco. En realidad, es la fotografía de un fresco impresionista del palacio del Viso del Marqués, en Ciudad Real, a más de 8.100 kilómetros de este laboratorio.
Teoría y práctica
«Me interesa la evolución de las formas», apunta De Castro. «Empezamos con un pequeño dibujo de un buque de tres mástiles en Barcelona, de 1409. Es la representación más antigua de un buque de tres mástiles que va evolucionando hasta un buque que un siglo más tarde va a la India, a América, desde Acapulco hacia las Filipinas… y todo esto supone un trabajo científico prodigioso que nadie ha estudiado a fondo».
Los esfuerzos de este grupo de investigadores no son solamente un reto intelectual por comprender cómo se fabricaron las naves espaciales del siglo XVII. Uno de los proyectos más ambiciosos del INA consiste en restaurar La Belle, un barco francés que naufragó en su intento de ascender por el Mississippi. Tras rescatar las piezas del fondo, la madera será tratada durante tres años en una solución acuosa de polietileno glicol para evitar que se deshaga y, a continuación, restaurada en un secador-congelador gigante. Finalmente, Filipe de Castro y su equipo emplearán las teorías adquiridas para reconstruir este buque, que en unos años será exhibido en un museo de Austin tal y como era antes de naufragar.
Al final de una de sus clases, antes de que sus alumnos se marchen, De Castro comenta que, «por razones prácticas, hay que conocer el pasado. Porque si no lo hacemos, tendremos que fiarnos de nuestros políticos. O lo que es peor, de nuestros periodistas». Touché.
(Fuente: ABC)

Filipe de Castro: "La arqueología española se ha balcanizado en regiones"

El despacho de Filipe de Castro está adornado con una austera lámina que representa una batalla naval. «De Cornelisz Vroom, un pintor holandés del periodo de Felipe II», aclara De Castro. «Es un combate de portugueses y españoles contra navíos holandeses. Un cuadro increíble».
De Castro es manager del Institute Of Natical Archaelogy.
De Castro, que tuvo que lidiar con episodios similares en su etapa en Lisboa, manifiesta una empatía especial hacia España por los ataques de los cazadores de tesoros contra su patrimonio sumergido. Como en el cuadro de Vroom, cree que ambos países deberían aliarse para combatir a los expoliadores. «Pero es muy difícil, porque en España la arqueología está balcanizada en regiones. Desde el Ministerio de Cultura español nunca nos han contactado», dice cabizbajo. «Mis contactos con España son más personales que profesionales, tengo muy buenos amigos historiadores y arqueólogos, como Manolo Gracia Rivas, o José Luis Casado Soto, científico increíble que no ha publicado jamás una línea que no sea preciosa».
Según De Castro, tanto él como el Institute of Nautical Archaeology podrían ayudar mucho a los políticos y a los arqueólogos españoles «a saber lo que hay, porque la información no circula. En lugar de publicar dónde están los datos primarios, los arqueólogos suelen traficar entre ellos, es como si se empobrecieran al publicar lo que encuentran. Así la arqueología náutica nunca llegará a ser una disciplina científica, sobre todo en el Mediterráneo. Es una clase horrible, muy disfuncional».
Este secretismo supone, además, un obstáculo en la lucha contra los cazadores de tesoros. «Tenemos contacto con ellos y sabemos lo que pasa. A veces descubrimos la existencia de un pecio cuando ya han sido destruidos por cazadores de tesoros, para sacar unas barras de plata o de plomo que luego son vendidas como expolios de otros pecios. La confusión es completa».
(Fuente: ABC)

20 de octubre de 2010

Arqueología submarina: El Gobierno de España planta cara a las grandes empresas de cazatesoros.

Ha sido necesario el escándalo Odyssey, de proporciones internacionales, para que las Administraciones reaccionen ante el expolio sistemático de nuestro patrimonio sumergido.
Entre los variados especímenes de turistas que invadieron las playas españolas del tardofranquismo, infiltrados en aquellas hordas de europeos pálidos y con posibles, Xavier Nieto, el pionero de la arqueología subacuática nacional, detectó un tipo de viajero muy particular. El uso del regulador en las botellas de oxígeno había convertido el submarinismo en una afición normalizada, y algunos franceses, ingleses e italianos alquilaban barquitos de pesca para alejarse de la costa y explorar los fondos. De allí sacaban ánforas, armas o monedas, que vendían a la vuelta sin ningún tipo de reparo. «Se pagaban las vacaciones expoliando. Literalmente». «Aquí se observaba el fenómeno con recelo, pero nadie asumía la responsabilidad de ponerle coto».
En los 80, algunos investigadores denunciaron que el litoral catalán estaba siendo sistemáticamente saqueado por los cazatesoros, el 'atraco' saltó a la prensa, y el Gobierno se decidió a tomar las primeras medidas. La Ley de Patrimonio Histórico incluyó a los yacimientos submarinos. Se abrieron los centros especializados de Cataluña, Murcia y And.alucía. El escándalo sirvió de revulsivo.
  • El caso 'Odyssey', con Greg Stemm y compañía sonriendo tranquilamente a la cámara mientras 'distraían' de Gibraltar 500 millones de dólares en las mismas narices del Gobierno español, puso en evidencia los agujeros del sistema y, de paso, subió los colores a la autoridad competente
Ha sido necesario otro, éste de proporciones internacionales, para que las administraciones espoleen la investigación y protección del inmenso caudal enfangado que todavía guardan las aguas españolas. El caso 'Odyssey', con Greg Stemm y compañía sonriendo tranquilamente a la cámara mientras 'distraían' de Gibraltar 500 millones de dólares en las mismas narices del Gobierno español, puso en evidencia los agujeros del sistema y, de paso, subió los colores a la autoridad competente.
Ahora de lo que se trata es de resarcirse del golpe económico y moral del 'Nuestra Señora de las Mercedes', cuya suerte todavía se debate en un tribunal de Tampa (Florida).
La 'contraofensiva' española cuenta con varios frentes. Andalucía, por ejemplo, ha sido la primera comunidad autónoma en aplicar un régimen de protección jurídica a los enclaves arqueológicos sumergidos según el protocolo recomendado por la Unesco. Pero el más mediático se abrió con la firma de un convenio entre los ministerios de Cultura y Defensa para implicar unidades militares en la localización de los pecios.
  • El Ministerio de Cultura cree que en la franja marina que une Cádiz y Huelva puede encontrarse hasta el 30% de los restos de naufragios contabilizados en España. Se calcula que en las aguas del Golfo de Cádiz hay 750 galeones hundidos.
De tesoros y lavadoras
La 'campaña piloto', desarrollada en Cádiz entre el 7 de septiembre y el 8 de octubre, ha sentado las bases de un modelo de colaboración que se exportará pronto a otros puntos estratégicos de la costa. Dos cazaminas, el 'Turia' y el 'Sella', con su correspondiente dotación de un centenar de marineros, técnicos y buzos, han rastreado el tramo de litoral que va desde la desembocadura del Guadalquivir hasta Tarifa. La elección de esta zona de prospecciones no es casual. El Ministerio de Cultura cree que en la franja marina que une Cádiz y Huelva puede encontrarse hasta el 30% de los restos de naufragios contabilizados en España. Se calcula que en las aguas del Golfo de Cádiz hay 750 galeones hundidos.
Uno de los robots submarinos empleados en la campaña.


Aunque la ministra Carme Chacón, durante su reciente visita a la Base Naval de Rota, aseguró que los motivos que impulsan la iniciativa son puramente académicos, no sería de extrañar que el Gobierno hubiera tenido en cuenta otras variables más prosaicas para 'seleccionar' el Golfo de Cádiz como primer campo de pruebas. Hace ya 30 años que el arqueólogo norteamericano Robert Max cuantificó en 116.000 millones de euros el montante de oro y plata sumergido en la zona.
  • Sólo en EE.UU. hay 28 grandes empresas dedicadas al rescate de pecios con sofisticados equipos mientras que en España los centros de Arqueología Subacuática ni siquiera disponen de barcos propios. 
El convenio de Cultura y Defensa pretende también atajar una de las críticas habituales de los expertos en la materia: la batalla entre expoliadores y defensores del patrimonio sumergido ha estado siempre condicionada por una clara descompensación de fuerzas. Los 'cazatesoros' (sólo en EE UU hay 28 grandes empresas dedicadas al 'rescate' de pecios) cuentan con sofisticados equipos de barrido lateral, escáneres de ondas acústicas sensibles a los relieves del fondo, magnetómetros y detectores de metales de uso industrial; 'Odyssey', además de un presupuesto multimillonario, disponía de un prototipo de robot Hércules de 16 toneladas, capaz de remover, por control remoto, el légamo marino en busca de pistas fiables. Enfrente, la inmensa mayoría de los Centros de Arqueología Subacuática ni siquiera tiene un barco propio. Los técnicos del CAS de Cádiz salen al mar en zódiac.
En el rastreo de las 350 millas lineales que ha abarcado esta primera campaña, la tecnología militar del 'Turia' y el 'Sella' ha intentado equilibrar la balanza. Se ha utilizado un sónar de alta precisión, originalmente diseñado para la búsqueda de minas, un sondador multihaz y un vehículo de control remoto capaz de manipular piezas a más de 250 metros de profundidad. En el trabajo de campo han colaborado buceadores militares y arqueólogos de la Junta de Andalucía. Los resultados, por ahora, son relativos. La ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, cifró en 128 el número de contactos (posibles pecios) localizados, pero de todos ellos sólo uno se ha catalogado como «importante». Aun así, las autoridades militares recalcaron que son los especialistas en patrimonio los que, con los datos aportados por la Armada, deberán evaluar el alcance de los hallazgos.
Algunos expertos en el tema (Cádiz tiene una larguísima tradición de 'exploradores' oficiosos del patrimonio sumergido), cuestionan abiertamente la versión oficial. Unos creen que es imposible que «después de un mes, con esos medios, y tras haber invertido dos millones de euros, no hayan descubierto ningún naufragio de relevancia. Quizá lo han hecho y esperan la coyuntura adecuada para anunciarlo». Otros opinan que el verdadero objetivo («encontrar oro para las arcas del Estado»), no admite declaraciones públicas, ni luz ni taquígrafos.
El alférez de navío y jefe técnico de la campaña, Daniel González-Aller, fue muy directo cuando habló con la prensa: «Entre los posibles pecios puede haber restos de relevancia..., pero también lavadoras». Para González-Aller, lo importante «es que se ha puesto a prueba un método de trabajo en un área de visibilidad reducida, con corrientes cruzadas y fondos arenosos. Hemos aprendido de cara a futuras campañas».
¿Pero qué buscan?
Tres mil años de historia de la navegación dan para mucho, y los mares y océanos que cercan la Península están sembrados de galeras romanas, drómanas fenicias, buques, carabelas, goletas y galeones. Los pecios constituyen su propia geografía documental, imprescindible para los historiadores, pero también un botín más que suculento para los interesados en lo pecuniario.
  • El investigador Gonzalo Millán del Pozo cree que el total puede ascender a 160.000 millones de euros, el 16% del PIB español, lo equivalente a quitarse de un plumazo casi una tercera parte de la deuda pública del país.
El catedrático Manuel Martín Bueno hizo popular una frase que abarrotó de particulares el Archivo de Indias: «En el Golfo de Cádiz hay más oro que en todo el Banco de España». El investigador Gonzalo Millán del Pozo cree que el total puede ascender a 160.000 millones de euros, el 16% del PIB español, lo equivalente a quitarse de un plumazo casi una tercera parte de la deuda pública del país.
El sónar de la Armada podía haberse topado con los restos, por ejemplo, del 'Santa Cruz', hundido frente a Zahara de los Atunes en 1555 tras sufrir el abordaje de una flota de piratas berberiscos cuando regresaba de América cargado de metales preciosos. O con los galeones 'San Francisco Javier' y 'Nuestra Señora de la Victoria', joyas de la escuadra patria que enlazaban los puertos nacionales con Cartagena de Indias y que fue prácticamente aniquilada por los ingleses en 1656.
El 'San Hermenegildo' y el 'San Francisco' reposan junto a Chiclana; Conil guarda el 'Veracruz' y el 'San Juan Bautista'. La punta de las Palomas, en Tarifa, ejerce de panteón del 'San José' y el 'Nuestra Señora de la Soledad'. Y así, hasta completar cientos y cientos de tragedias ahogadas en algas y cieno.
(Fuente: Ideal)

7 de octubre de 2010

La Armada detecta 128 pecios en el golfo de Cádiz durante la primera campaña arqueológica de su historia

A cuatro millas de la costa gaditana, frente a las aguas de la Base Naval de Rota, permanece hundido uno de los pecios entre los 500 y 800 que atesora el litoral gaditano. Uno de los 128 restos arqueológicos o "contactos" -como les llaman técnicamente desde la Armada- que han sido localizados entre el área de la desembocadura del Guadalquivir y Tarifa, a tenor de la campaña de protección de patrimonio arqueológico subacuático puesta en marcha por el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Cultura y la Junta de Andalucía, con la participación del Centro de Arqueología Subacuática (CAS). No se trata delSantísima Trinidad ni del Reina Regente -que aún no han sido localizados-, pero sí de una parte sumergida de nuestra historia, hasta cuyas coordenadas arribó el cazaminas Sella, una de las embarcaciones destinadas a las labores de búsqueda e identificación de los naufragios. 


Desde aquí las ministras de Defensa, Carme Chacón y de Cultura, Ángeles González-Sinde, en compañía del consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Paulino Plata y la delegada provincial de Cultura, Yolanda Peinado, pudieron visualizar las imágenes que de estos vestigios emitía el vehículo de control remoto (ROV), sumergido previamente en las profundidades del apacible Océano del que se pudo disfrutar ayer. Su avanzado mecanismo permitió vislumbrar algunas de las múltiples radiografías realizadas de nuestros fondos durante el primer mes de trabajo, del que se hizo un "exitoso" balance, en este frente abierto hacia la protección de nuestro rico legado histórico subacuático. Según indicó el jefe de campaña, Daniel González Aller, durante estas semanas se han localizado 128 restos arqueológicos o contactos, de los cuales 15 ya han sido identificados y sólo uno -correspondiente a un conjunto de anclas del siglo XVIII-, ha sido declarado de gran interés arqueológico. 


Son los primeros datos de un programa puesto en marcha a fin de completar la carta arqueológica subacuática del litoral español que facilite la localización, identificación y evaluación de los yacimientos. Una labor que, tal y como señaló la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, pretende descifrar las páginas de "ese libro vivo que es el mar, en cuyo lecho está escrita una parte muy importante de nuestra historia". Tras alertar sobre el atractivo que suscitan estos pecios, incidió en la necesidad de protegerlos ante el expolio y en las ventajas que aporta su mayor conocimiento de cara al presente. "La oportunidad de leer este libro sólo surge una vez", dijo. La ministra de Defensa, Carme Chacón, hizo referencia a las bellas palabras de Álvaro Mutis en relación a la vocación, voluntad y obligación de conservar este legado. "Donde unos ven un botín, nosotros vemos historia, donde unos ven oro, nosotros encontramos patrimonio y donde unos quieren expoliar, nosotros queremos conservar". Y aunque avanzó que ninguno de los hallazgos responde a los emblemáticos buques -Reina Regente y Santísima Trinidad- de cuyas búsquedas partió el ambicioso proyecto, resaltó la valiosa "experiencia" adquirida a la hora de completar el trabajo de futuro, "que con el tiempo permitirá que la arqueología subacuática deje de ser una asignatura pendiente".


Por su parte el consejero de Cultura, Paulino Plata, destacó la importante labor de coordinación entre las distintas administraciones participantes, antes de valorar la riqueza de este patrimonio sumergido, "de los más ricos del mundo". "Pocos países cuentan con esta historia y pocos tienen el interés de España por protegerla", aseguró. El consejero señaló la atención que desde siempre ha prestado el gobierno andaluz a esta labor de protección, como muestra la creación del Centro de Arqueología Subacuática (CAS) en el año 1997 y la puesta en marcha de las cartas arqueológicas de los fondos. Labor que ha permitido la pionera declaración de Bien de Interés Cultural de 56 zonas protegidas y la declaración de 42 zonas de servidumbre. Un número de yacimientos que puede ampliarse con este proyecto. Y es que el convenio firmado entre los ministerios de Cultura y Defensa ha puesto sobre la mesa los medios materiales y humanos necesarios, así como los fondos documentales de que dispone la Armada, en la protección de estos vestigios. 


Concretamente han participado en esta campaña que mañana concluye los cazaminas Turia -del 8 a 17 de septiembre- y Sella -del 20 de septiembre al 7 de octubre-, así como la lancha del Instituto Hidrográfico de la Marina Escandallo. Más de un centenar de marinos, además del equipo mixto de buceadores procedentes de la Unidad de Buceo de la Flotilla Contra Minas y del CAS, han trabajado mano a mano en el proyecto con minuciosos sistemas de detección. Entre ellos, un sonar de profundidad variable -para la detección, localización y clasificación de objetos sobre el fondo marino-, un vehículo de control remoto ROV Pluto Plus -para la identificación mediante cámaras de televisión de los restos detectados-, un sondador multihaz -para los trabajos de mapeo y visualización de los fondos- y un sónar de barrido lateral -equipo portátil de alta resolución-. Este convenio, en el que se han invertido más de dos millones de euros , se enmarca en el Plan Nacional para la Protección del Patrimonio Arqueológico y forma parte de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático de la Unesco que España ratificó en 2005. Una primera campaña enmarcada en la actividades previstas en el Protocolo General sobre colaboración y coordinación en este ámbito suscrito en julio de 2009 en Cartagena. Ahora, sólo falta ahondar en los primeros resultados de este rastreo por el libro del rico legado sumergido del litoral español, andaluz y gaditano.
(Fuente: Diario de Cádiz)

15 de septiembre de 2010

ARQUEOLOGÍA SUBMARINA: Chile pretende recuperar el pecio español "Nuestra Señora del Buen Consejo" hundido en 1770 y encontrado en 2005 por Oriflama, una empresa privada de cazatesoros

El Presidente de Chile,Sebastián Piñera, se ha comprometido a recuperar el galeón español "Nuestra Señora del Buen Consejo y San Leopoldo" -conocido como Oriflama- que se hundió en la costa de Curepto (Chile) tras naufragar en 1770.

"Comprometo nuestro esfuerzo para recuperar ese galeón español que se hundió en el Siglo XVIII y esperemos pueda volver a ver la luz del sol en este año del Bicentenario, por tanto, vamos a hacer con las autoridades locales los esfuerzos necesarios", dijo el presidente chileno.


Según informa la prensa del país sudamericano casi 240 años después que se hundiera, el cargamento de joyas, armas, cristalería e instrumentos musicales ha sido motivo de una larga disputa entre el Estado y la empresa Oriflama S.A., que en 2005 descubrió los restos. En marzo, la pugna pudo quedar zanjada: la Contraloría resolvió que los restos del galeón español son de propiedad estatal, al tener el carácter de "monumento arqueológico".

Cito textualmente a la prensa chilena: "El dictamen indica que el galeón se deberá regir por la Ley de Monumentos Nacionales de la República de Chile, por lo que cualquier tipo de extracción deberá ser autorizada por el Estado. El organismo estimó que este tipo de monumentos no son determinados por el período histórico al que pertenecen o el lugar donde se encuentran, sino a la disciplina científica que la estudia: la arqueología."

¿El Gobierno español no tiene nada que decir en este litigio? ¿ya se ha dado por hecho que el contenido del galeón que navegaba bajo pabellón español es propiedad del Estado Chileno? ¿Tomará cartas en este asunto el Ministerio de Cultura de España? o por el contrario ¿teme encontrarse frente a un nuevo caso parecido al de Odyssey? Estaremos pendientes.

7 de septiembre de 2010

La Armada zarpa mañana en defensa del patrimonio sumergido: es la primera consecuencia de la primera política de Estado real para evitar el expolio de los cazatesoros

Varios buques de la Armada Española comienzan mañana día 8 las operaciones en el Golfo de Cádiz con el fin de cooperar de manera activa -e inédita en nuestro país- en la defensa del patrimonio sumergido.
El arranque del convenio firmado ahora hace algo más de un año por las ministras de Defensa y Cultura, Carmen Chacón y Ángeles González Sinde, tuvo que salvar algunos escollos competenciales con la Junta de Andalucía, de ahí la tardanza. Pero la capacidad de diálogo de las partes implicadas ha puesto en marcha la primera política de Estado real para evitar el expolio de los cazatesoros en aguas españolas.
Así se vivió el caso Odyssey, en medio de la descoordinación de nuestras autoridades, con una polémica amarga que terminó en expolio, el de «La Mercedes» -al menos el de ese barco, puesto que los cazatesoros anduvieron 6 años «probando sus equipos» en aguas del Estrecho de Gibraltar con un control que acabó verificándose insuficiente-.






Foto: Cazaminas "Turia".




El lado verdaderamente positivo es que España ha incluido su historia naval entre las prioridades de la política cultural. Y que el Plan Nacional pone a prueba ahora la colaboración de la Junta con el Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz y el Ministerio de Cultura para que la campaña que durará un mes se convierta en una rutina que permita el conocimiento exhaustivo de los fondos arqueológicos de nuestras costas. Para subrayarlo, se espera la visita de las ministras de Defensa y Cultura a los buques durante este mes de septiembre.
Los mejores medios
El objetivo principal de la campaña es realizar «la búsqueda, e identificación cuando sea posible, de naufragios en la plataforma continental del Golfo de Cádiz en el área entre la desembocadura del Guadalquivir y Tarifa, hasta una profundidad de 200 metros», informó la Armada en una nota esta mañana. «Buceadores de la Armada también participarían si fuese necesario».
Seguramente se identificarán irregularidades con el sónar de barrido lateral para posteriormente identificar si pertenecen a naufragios históricos documentados. Odyssey ya estudió un millar de esas irregularidades durante sus andanzas en la zona, sobre todo en el Mar de Alborán.
«Con la información obtenida se pretende elaborar una Carta Arqueológica Subacuática, que facilite la localización, identificación y evaluación de los yacimientos, valorando asimismo el riesgo al que están sometidos» continúa.

La Armada ha puesto a disposición del proyecto «sus Archivos Históricos, así como modernas unidades navales con personal muy cualificado y experimentado, pertenecientes a la Fuerza de Acción Marítima, bajo el mando del almirante Emilio José Nieto Manso», concluye.
Los cazaminas «Turia» y «Sella», y la lancha del Instituto Hidrográfico de la Marina «Escandallo», serán las primeras unidades involucradas. Los cazaminas, cuya base habitual es Cartagena, estarán basados en la Estación Naval de Puntales durante su despliegue.
(Fuente: ABC.es)

31 de agosto de 2010

Según Moncasi de Alvear, Odyssey ve perdida su batalla por el tesoro de la fragata "Nuestra Señora de las Mercedes"


Un descendiente del Almirante Diego de Alvear, segundo comandante del buque de guerra español –Nuestra Señora de las Mercedes- cree que Odyssey (OME) ve perdida su batalla por el tesoro de “Las Mercedes”. José María Moncasi de Alvear ha salido al paso de las declaraciones de Odyssey Marine Exploration descalificando tanto al tribunal de Tampa como al estado español en el litigio que les enfrenta desde mayo de 2007, año en que OME expolió 500.000 monedas de oro y plata pertenecientes a la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes”.
Odyssey se presenta como victima
En documento de 39 páginas presentado ante el Undécimo Tribunal de Apelaciones de Estados Unidos con sede en Atlanta, la empresa cazatesoros –que cotiza en el Nasdaq- intenta convencer al ‘equivalente del Tribunal Supremo español’ de que anule la decisión tomada por un juez de Tampa (Florida) el pasado 23 de diciembre de 2009 en el que recomendaba a Odyssey (OME) entregar a España las 500.000 monedas de oro y plata encontradas en el fondo marino pertenecientes al buque español “Nuestra Señora de las Mercedes”, barco hundido el 5 de octubre de 1804 por una flota inglesa. En dicho documento, OME alega que en primer lugar no había restos del barco ni de seres humanos en el pecio y que su actuación fue, en todo momento, ‘apropiada y legal’. Además, insiste en que el cargamento del buque era propiedad de particulares –no pertenecía al reino de España- y que, por tanto, viajaba en misión de paz’, por lo que el cargamento no esta sujeto al principio de inmunidad soberana cuando fue hundido frente a las costas del Algarve (Portugal). OME, en el mismo documento, acusa a España de utilizar un ‘lenguaje emocional y exaltado’ para defender los intereses nacionales.
Además, OME, que puso el tesoro bajo la autoridad de un tribunal estadounidense para su ‘apropiada adjudicación a los reclamantes’ –según expresa la empresa en su recurso de hoy- se queja ante el tribunal de apelaciones que la justicia norteamericana no debería de haber dejado este asunto en manos de ‘un tribunal que no tenía jurisdicción alguna’. Añade OME, en el documento de 39 páginas, que la respuesta de España ante el juez Merryday es ‘un trabajo bien escrito, pero al igual que los relatos de ciencia ficción que cuenta es sólo eso, ficción’.
Las razones objetivas de España
El descendiente del Almirante Diego de Alvear y Ponce de León, segundo comandante de la fragata española “Nuestra Señora de las Mercedes” que fue hundida por la flota inglesa el 5 de octubre de 1804, cree que OME (Odyssey Marine Exploration) ve perdida su batalla ante los tribunales y de ahí que presente su recurso ante el tribunal de apelaciones descalificando a los jueces y al estado español.
Según José María Moncasi de Alvear, descendiente directo del ilustre marino, el estado español presentó ante la justicia documentación amplia y detallada -material fotográfico y otras pruebas- que demuestran que lo expoliado por OME (monedas de oro y plata, cañones, anclas, armas y efectos personales) pertenece sin duda alguna a la fragata española “Nuestra Señora de las Mercedes”.

Moncasi de Alvear recuerda que España, en su escrito a la justicia norteamericana, invocaba su defensa en principios legales, entre ellos el derecho de una nación a proteger sus sitios y patrimonio histórico (incluidos barcos hundidos) de cualquier tipo de perturbación y expolio por cazatesoros. Asimismo alega que España defendió que “La Mercedes” esta protegida por los mismos principios de inmunidad soberana que se aplican a los barcos de Estado de todas las naciones, que prohíben la perturbación no autorizada o explotación comercial de los mismos.
Bandera española, misión militar y propiedad
Ante el argumento de OME de que el buque español navegaba en misión comercial, Moncasi de Alvear se alinea a las tesis de España que defiende que el buque hundido viajaba bajo bandera española y que esto prevalece sobre cualquier otro argumento, pues, en derecho marítimo, tiene más importancia la bandera del buque que la carga que transporta.
Por otro lado, y en cuanto a la propiedad de la carga, Moncasi de Alvear alega que el estado español permitió a las víctimas de los ataques de la marina inglesa a presentar reclamaciones, cosa que se les permitió entre 1824 y 1870. Por tanto, insiste Moncasi, el argumento de OME aparte de caerse por su propio peso demuestra el desconocimiento de la historia de España por parte de la empresa cazatesoros.
El descendiente directo de D. Diego de Alvear y Ponce de León, marino ilustre español que participó como segundo comisario de la demarcación de límites entre España y Portugal por más de 18 años aparte de ser el responsable de que la isla de León (actual San Fernando) fuera la única ciudad española dónde no entraron las tropas de Napoleón, defiende además las tesis de los profesionales de la arqueología que aducen que las operaciones de OME no cumplen los mínimos estándares arqueológicos que exigen respeto a la historia de un país y de sus ciudadanos. ‘Si fuera así, aduce Moncasi de Alvear, no se entiende porqué OME no publica sus estudios arqueológicos en revistas especializadas.
José María Moncasi de Alvear, descendiente directo de Diego de Alvear y Ponce de León, piensa que el fondo y la forma del documento presentado por OME como recurso ante el tribunal de apelaciones de su país dice mucho de su inseguridad y dudas ante lo que va a ser su futuro. Añade que ‘OME pensó que llevándose lo expoliado a Estados Unidos ayudaría en su voluntad de comercializar el tesoro encontrado, quizás, debido, a su influencia en la opinión pública e instituciones’. La pena para ellos, continúa Moncasi, es que ‘OME se ha dado cuenta que ni el gobierno de Obama ni la Corte Suprema de Justicia les apoyan en este pleito pues las autoridades han entendido que según el derecho internacional, el derecho marítimo y un tratado del año 1902, los Estados Unidos aceptaban que en cualquier barco hundido la titularidad es del país que le daba nombre’.
La historia de Diego de Alvear y Ponce de León
La historia de Diego de Alvear y el mencionado navío se remonta a 1802. Ese año el Almirante regresaba a España tras haber servido, fielmente, a la Corona y a España como Segundo Comisario de la Demarcación de Límites entre España y Portugal. La fragata partió del Callao rumbo a Cádiz transportando patrimonio de la Corona y de comerciantes españoles. Dos años más tarde, cuando la Mercedes se encontraba ya frente a las costas portuguesas, el comandante, desde otro navío, vio cómo el barco era hundido por la flota inglesa llevándose consigo a su esposa, a siete de sus ocho hijos, y toda su fortuna.
Este desgraciado episodio de la historia española se quedó ahí, bajo las aguas del Atlántico, hasta que el 18 de mayo de 2007 la empresa cazatesoros estadounidense Odyssey lo sacó a la luz y comenzó un pleito, en un tribunal de Tampa (Florida, EEUU) entre el Gobierno español y la compañía sobre la propiedad del tesoro encontrado, valorado en 500 millones de dólares.
Tributo a mi antepasado
El descendiente directo de Diego de Alvear lo único que pretende es que reconozca el legado de mi antepasado y su contribución a la historia de España, así como el apoyo la mayoría de los más de 1.500 descendientes a España ante el expolio del ingente patrimonio subacuático nacional.
Comunicado de prensa enviado ayer a los medios de comunicación en respuesta al recurso presentado por Odyssey Marine Exploration (OME) ante la Corte de Apelaciones de Estados Unidos (Atlanta).

4 de agosto de 2010

El naufragio de "La Capitana": inmersión en La Herradura (Granada)

La Herradura es uno de los enclaves favoritos que posee la costa granadina para hacer submarinismo. De hecho, son muchos los aficionados de toda España que visitan nuestros fondos marinos por sus aguas transparentes y su belleza marina, pero son muy pocos los que la conocen por episodios históricos acaecidos en sus acantilados, que por desgracia han dejado una triste huella en la historia de España.
Uno de esos episodios tuvo lugar el lunes 19 de octubre de 1562 cuando 25 galeras de 28 naufragaron en la Punta de la Mona al mando del Don Juan de Mendoza y murieron alrededor de 5.000 almas.
Sumergirse en el maravilloso mundo de la arqueología submarina es apasionante y más en este caso tan especial, por cuanto la cantidad de barcos hundidos en un espacio físico tan reducido hace de esta inmersión algo extraordinario.

La tragedia de La Herradura marcó en gran medida el reinado de Felipe II, para quien el control del Mediterráneo era uno de sus principales objetivos. Según reseña la profesora María del Carmen Calero Palacios en su libro 'Aportación documental en torno al naufragio de la Armada Española en La Herradura', «Felipe II inició su reinado con la obligación de atender el peligro por el dominio del mar; más que una condición de poder, era la razón de su misma existencia». Ese dominio del Mediterráneo se hacía necesario no sólo para combatir a los turcos, sino para asegurar las comunicaciones con el resto del imperio, que entonces incluía a Sicilia, Cerdeña y otros reinos italianos.
A la Piedra del Hombre
La preparación de la inmersión se hizo en base a los datos que fui recopilando de diversas fuentes históricas y la idea era la de comenzar por un punto estratégico en la Punta de la Mona, concretamente la Cueva del Jarro e ir subiendo la cota de inmersión hasta llegar a la Piedra del Hombre, donde suponía que era el lugar más cercano a la playa donde una galera podría estar anclada sin correr el peligro de encallar.
Luis Pellejero, de Buceo La Herradura, conocedor de los lugares marinos de nuestra costa como si fuera el callejero de Almuñécar, me propuso realizar distintas inmersiones a lo largo de donde se suponía que fue el naufragio. Según los documentos, las galeras de España se habían refugiado del temporal de Levante. En primer lugar 'La Soberana', seguida de la 'Mendoza' y 'San Juan', y a continuación todas las demás. 'La Capitana', 'Patrona' y 'Esperanza' estaban en el centro de la escuadra.
La primera de las inmersiones fue a unos 30 metros de profundidad. El equipos de buceo estaba compuesto por Luis Pellejero, Julio de la Rosa y yo. Contábamos con unos torpedos eléctricos que nos trasladarían con facilidad por los fondos marinos y hacían la inmersión menos penosa. Además, estos aparatos ayudarían a levantar la arena del fondo en poca cantidad cuando observáramos algún indicio del naufragio.
Nuestra intención era hallar algún vestigio del naufragio y documentar gráficamente el lugar exacto donde se encontraba, ya que la carga de las galeras, según el libro de la profesora Calero, estaba compuesta de piezas de artillería, munición, avituallamiento cargado en el puerto de Málaga, así como herramientas, clavos y cadenas, necesarias para las posibles reparaciones durante la campaña. Súmese a esto las mercancías que llevaban los marineros para negociar en los puertos y el cargamento para aprovisionar los destacamentos de Orán ( Túnez), destino que tenia la Armada, así como dinero para pagar la infantería de tierras de ultramar.

Las inmersiones continuaron y en los días siguientes nos acercamos cada vez más a las cotas previstas sin ver ningún rastro del naufragio. Eso sí, la fauna y flora que pudimos ver en las inmediaciones de la Punta de la Mona satisfacían el esfuerzo que estábamos realizando para encontrar el naufragio.
Cerámica esperanzadora
En una de las inmersiones dimos con unos restos de cerámica que en un principio podían pertenecer a la Armada. Esto nos ilusionó. La extracción fue minuciosa y anotamos todos los datos posibles para situar el hallazgo.
En mis cavilaciones pensé en esos pobres galeotes suplicando que los liberaran de sus cadenas, pues así lo autorizaba el Rey en caso de peligrar la nao y así lo hizo el capitán Mendoza cuando arreció el temporal. También mandó sujetar las naves con dobles hierros, cuestión que no gustó a la tripulación, ya que en esas circunstancias sólo se solía echar un ancla para que la nave pudiera garrear y afrontar el temporal por proa.
La galerna no les permitió desplazarse hasta la punta opuesta de Cerro Gordo o refugiarse detrás de la Punta de la Mona en lo que era la playa de los Berengueles -hoy Marina del Este-; sólo tres embarcaciones consiguieron salvarse de aquel infierno: 'La Soberana', 'Mendoza' y 'San Juan'.
Más de 5.000 personas perdieron la vida en aquel naufragio, la mayoría mujeres y soldados, ya que estos estaban menos preparados para poder bregar con las olas pues sus vestimentas y armaduras los hacían pesados y poco operativos. Salvaron sus vidas unas 2.000 personas, en su mayoría galeotes, al estar más ejercitados y mal vestidos, con lo que pudieron alcanzar la playa y de ahí la libertad. Cuentan las crónicas que, aunque en su mayoría fueron capturados de nuevo, muchos lograron escapar por la Sierra de Almijara.
Tristeza la nuestra al comprobar que los restos encontrados no tenían ningún valor . Fueron muchos los esfuerzos y muchas las inmersiones que dedicamos a esta aventura. Quizás después de 448 años las mareas cubrieron con unos cuantos metros de sedimentos los restos del naufragio. O, como alguien me comentó, los numerosos barcos extranjeros que en los años ochenta visitaron la zona esquilmaron todo lo que encontraron y nos dejaron huérfanos de nuestro patrimonio arqueológico marino, como ocurrió con el 'Odyssey'.
Una ermita de recuerdo
Con los maderos que sacó el mar a la playa, se construyó en La Herradura una ermita con el nombre de la Antigua, en honor a los fallecidos en el naufragio. El propio Cervantes hace referencia a este hecho en el Quijote: «...Fue hija de Don Alonso de Marañón, caballero del hábito de Santiago, que se ahogó en La Herradura...». También hay un bello poema de Fernando Moyano, soldado de la infantería española del tercio de Flandes, que salvó su vida al encontrarse en una de las tres galeras que pudieron refugiarse: «No hay hombre que aquello cuente / Que de lástima no llore / Y luego tras desta corre / La Capitana De Nápoles, no con gana / Sino harto con despecho / Que los lleva / Para adentro y los anega / Sin poder dalles remedio».
(Reportaje de José Manuel Fernández en elideal.es)