google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Maite Miró
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4 de noviembre de 2015

Multa mínima a Dragados por la destrucción de dos sarcófagos romanos junto a la Vía Augusta en Tarragona

El jefe de obra de la empresa Dragados y Construcciones, S.A., el encargado y los operarios decidieron ocultar uno de los ataúdes y las fosas, volcando hormigón por encima de una de las riostras –pieza que asegura armazones o estructuras–. En el caso del segundo ataúd, se procedió a destruirlo completamente y a ocultar los restos bajo una zona ajardinada con la finalidad de dificultar su descubrimiento. 
Uno de los sarcófagos romanos que fueron dañados por la excavadora. FOTO: DIARI DE TARRAGONA
Las tres personas que fueron juzgadas el año pasado –a una cuarta se le retiraron los cargos durante la celebración de la vista oral– por su implicación en la destrucción de dos sarcófagos romanos que fueron encontrados durante unos trabajos de construcción en la Via Augusta de Tarragona han sido condenadas a multas económica mínimas, a pesar de que el fiscal solicitaba pena de cárcel, según la sentencia a la que ha tenido acceso el Diari

El Ministerio Público ha presentado un recurso de apelación ante la Audiencia Provincial en desacuerdo con el fallo de la sentencia ya que la considera muy benévola respecto a los daños causados al patrimonio histórico de la ciudad.

La magistrada del Juzgado de lo Penal considera probado que en una fecha próxima al 16 de septiembre de 2009 se estaban efectuando obras de edificación en un nuevo edificio cerca de la Via Augusta. La condición que puso la Comissió Territorial de Patrimoni Cultural de Tarragona fue que los movimientros de tierras tenían que efectuarse bajo control arqueológico.

Los trabajos se efectuaban en el área de estacionamiento para uno de los trasteros, que no figuraban en los planos remitidos a los técnicos municipales. La promotora del edificio era Tarracomar Inversiones SL y la constructora, Dragados y Construcciones SA.


CON LA EXCAVADORA
Durante la operación, el operario de la retroexcavadora topó con una plancha metálica, que resultó ser la cobertura superior del ataúd de plomo de un enterramiento romano y más tarde, con otro. En total se hallaron tres fosas y dos ataúdes, datados entre finales del siglo II y la primera mitad del siglo III dC. Se desconoce si existía un tercer sarcófago correspondiente a la fosa vacía. Los ataúdes, con tegula –teja– romana, contenían restos romanos en su interior; uno de ellos, muy bien conservados. Se desconoce si existía ajuar funerario.

El operario dio cuenta de los hallazgos al acusado José Maria G.G., encargado de la obra por Dragados y Construcciones, y éste a Jordi P.Ll., jefe de obra de la misma empresa. Ambos, en un encuentro a pie de obra con Marc B.P., administrador de Tarracomar Inversiones, decidieron ocultar el primer ataúd y las fosas, volcando hormigón por encima de una de las riostras –pieza que asegura armazones o estructuras–. En el caso del segundo ataúd, se procedió a destruirlo completamente y a ocultar los restos bajo una zona ajardinada con la finalidad de dificultar su descubrimiento.

Desde el punto de vista arqueológico, el valor del ataúd y su contenido destrozado e irrecuperable ha sido evaluado de incalculables por la pérdida de información contextual que su destrucción ha supuesto.

El ataúd recuperado, con leves daños en la cubierta de plomo –debidos a la primera acción del diente de la retroexcavadora mientas todavía estaba enterrado– ha sido evaluado en 100.000 euros, mientras que los desperfectos en la cubierta de plomo pueden fijarse en 13.000 euros.

Para la magistrada, los hechos son constitutivos de un delito contra el patrimonio histórico. Por un lado porque el lugar donde se produjeron los hechos y la naturaleza de los daños «no cabe la menor duda de que los mismos se encuentran comprendidos en la definición de bien de valor histórico, así como en la de yacimiento arqueológico del Código Penal». En segundo lugar porque no existe duda de los daños causados.

El informe que en su día redactó la arqueóloga municipal Maite Miró apuntó que el daño producido en el contexto arqueológico tiene un valor «incalculable», pues provocó una «pérdida irreparable» de información encaminada a extraer datos históricos relevantes.

LE QUITARON IMPORTANCIA
Los acusados dijeron que vieron la «chapa», pero que no le dieron importancia, por lo que decidieron continuar la obra. Pero uno trabajadores que estaban en la obra declaró: «Vi unos huesos y algo de plomo, revestido con unas tejas. Que por el agujero que había en la tapa se miró con la luz». Su padre coincidió con él: «Respecto del primer hallazgo si te asomabas así se veía, que fue al hacer la foto con el flash cuando vio los restos, que la máquina quedó enganchada en el ataúd y se agujereó el plomo, que tenía una bóveda de ladrillo». Por ello, para la juez, no cabe duda de que los acusados conocían que se trataba de un resto arqueológico. Y añade que no se entiende que los acusados digan que se trataban de unos restos de hierro y que paralizasen la obra.