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19 de diciembre de 2011

Tras los pasos de mudéjares y moriscos en Ávila

Un proyecto de investigación vinculado a la UNED, las Universidades de Salamanca y Valladolid y el Museo de Ávila diseña un SIG para crear el mapa mudéjar de la ciudad
El proyecto de investigación nació en el año 2009 con el objetivo de analizar la presencia mudéjar y morisca en Ávila desde sus orígenes, en el siglo XII, hasta su expulsión. Los resultados de estos tres años de investigación han permitido el diseño de un Sistema de Información Geográfica, SIG, en el que están localizados todos los puntos de interés que documentan la historia de los mudéjares y los moriscos que vivieron en Ávila durante cinco siglos. Coincide la culminación de este estudio con el IV centenario de su expulsión definitiva de tierras castellanas (1611).

El Grupo de Investigación surgió a partir de los trabajos, que hasta entonces de manera individual, habían desarrollado sus componentes. El equipo tiene un carácter interdisciplinar al contar con una experta en información mudéjar, Ana Echevarría, profesora de Historia Medieval de la UNED; Serafín de Tapia, estudioso de la comunidad morisca en Ávila, autor del único trabajo de investigación al respecto que se había publicado hasta los años 90; Olatz Villanueva, arqueóloga vinculada al departamento de Historia Antigua y Medieval de la Universidad de Valladolid y Javier Jiménez Gadea, también arqueólogo y conservador del Museo de Ávila. De manera que el grupo reúne los cuatro pilares clave sobre los que se sostiene la investigación: documentación mudéjar y morisca, y trabajo de campo en torno a cerámicas y epigrafía árabe.
En el contexto de constitución del grupo no podemos obviar el descubrimiento en 1999 del cementerio de los musulmanes de Ávila que se encontraba extramuros de la ciudad, al oeste del recinto amurallado, entre la iglesia de San Nicolás y el río Adaja, en un paraje conocido como Vado de San Mateo. Un descubrimiento de suma importancia pues se trata de una necrópolis “única en la arqueología islámica peninsular”, apunta Javier Jiménez, por su numerosidad (puso al descubierto más de 3000 sepulturas) y por la información que reveló sobre la religiosidad de los mudéjares castellanos.
Fue descubierta a raíz de las prospecciones arqueológicas previas a la urbanización de la zona y su vigencia, entre los siglos XIII y XV confirma que los mudéjares mantuvieron intacta durante ese tiempo su fe islámica. A pesar de que su descubrimiento puede parecer casual, Javier Jiménez aclara que las estelas funerarias que habían aparecido reutilizadas en algunas fincas de la zona y la referencia a este lugar en libros de los siglos XVII y XVIII como ‘La cerca de los osso’ o ‘El honsorio de los judíos’ aportaban pistas fiables sobre su ubicación. 
  • El estudio recoge la existencia de “sólidos indicios documentales” sobre otros lugares de enterramiento en Ávila: junto al monasterio cisterciense de Santa Ana y junto al premostratense del Sancti Spiritus.

Además del trabajo documental desarrollado por los investigadores a partir del Archivo Histórico Provincial de Ávila, el del Ayuntamiento, la Diputación, el Archivo General de Simancas y el Archivo Histórico Nacional, parte del estudio se ha basado en el trabajo de campo: recorridos por la ciudad en busca de elementos que pudieran relacionarse con los mudéjares y moriscos. En este sentido, diferenciamos entre los reutilizados en otras construcciones y los dispersos en la ciudad como elementos ornamentales. “Prácticamente todos los edificios construidos o reformados durante el primer tercio del siglo XVI emplearon estelas funerarias musulmanas”, subraya Javier Jiménez. Y es que tras la orden de conversión de los Reyes Católicos, en 1502, todos los lugares de culto fueron desmantelados.
Como resultado de estos recorridos, el Grupo de Investigación ha diseñado un Sistema de Información Geográfica, SIG, en el que pueden localizarse todos aquellos lugares de interés referidos a mudéjares y moriscos. Una estela que se reutiliza o una casa que fue vendida por un musulmán a un vecino de Ávila aparecen referenciadas en un plano que “podemos superponer a la cartografía actual o histórica y en el que se irán destacando todos los puntos que queramos localizar”, explicó Javier Jiménez, “de esta manera conectamos una base de datos con información espacial en soporte cartográfico”. El sistema exige una actualización continua a raíz de los descubrimientos que se vayan realizando.
El objetivo de este SIG no se agota en ser una herramienta para la investigación, sino que el Grupo aspira a poder proponerlo a las administraciones públicas para la gestión del patrimonio histórico, sobre todo de cara a las prospecciones arqueológicas previas a una intervención urbanística. Asimismo, otra de las intenciones es ponerlo a disposición de la sociedad a través de una página web de acceso libre. Pero para ello, aún queda recorrido pues es preciso terminar de definir la herramienta informática que lo sustenta y enriquecerlo con más puntos de interés. Esperan, eso sí, que pueda estar finalizado para 2014, cuando culminará el segundo proyecto de investigación en el que se han embarcado junto a otros investigadores al amparo del Ministerio de Educación, con el objetivo de profundizar en la presencia mudéjar y morisca en Castilla.
La presencia musulmana
A finales de la Edad Media, la presencia musulmana en Ávila apenas llegaría a los diez millares. De la primera etapa tan sólo han quedado rastros documentales, las tumbas del cementerio islámico y el trabajo agrícola, por el que los obispos les reclamaban los diezmos correspondientes. Las morerías se organizaban por obispados y en el siglo XIV, mantenían relaciones fluidas con el Cabildo y el Consejo y ocupaban, abonando una renta, casas de su propiedad que se situaban zonas de mercado próximas a la muralla, como las Plazas del Mercado Nuevo y de San Pedro, y también a la mezquita de la Solana. Tenían estatus de ‘vecinos’ que les reportaba garantías en los conflictos que pudieran surgir con los naturales de otros lugares. Sus oficios eran principalmente el textil, la venta de sal, el trabajo con cueros, la alfarería o la construcción, según se recoge en el estudio.
En cuanto a sus lugares de culto, los últimos estudios han documentado la existencia de mezquitas en las ciudades de la Cuenca del Duero. A principios del siglo XIV, la comunidad musulmana abulense había levantado dos mezquitas, una intramuros y otra a los pies de la muralla donde se levantó más tarde el Monasterio de Nuestra Señora de Gracia. A finales de siglo construyeron un tercer templo, al parecer en la actual calle Empedrada y en 1480 se levantó otra en la zona sur de la ciudad, en la morería del Berrocal.
El año 1502 marcó un punto de inflexión: los Reyes Católicos obligan a los musulmanes a convertirse al cristianismo si querían seguir viviendo en al Península. En Ávila, unas 700 personas (el 10% de sus habitantes) se bautizaron y se conoce el nombre cristiano que 154 varones moriscos adoptaron: el más repetido fue Lope, en referencia a un antiguo noble granadino que vivía en Ávila y que colaboró con los Reyes Católicos en la guerra de Granada. La llegada a partir de 1570 de los que después se llamaron moriscos granadinos, para diferenciarlos de los que llevaban siglos ocupando estas tierras, trajo cambios importantes.
A Ávila llegaron unos mil, en pésimas condiciones sanitarias pues al no estar acostumbrados al invierno, un 12% murió en el camino, según indicó otro de los miembros del equipo de Investigación, Serafín de Tapia. “Eran dos mundos, uno mediterráneo y otro continental y aunque al principio los moriscos abulenses los recibieron con deferencia, el choque fue inevitable”, señala Tapia. Tan es así, que tras el decreto de expulsión de 1610, las autoridades abulenses pidieron que se excluyera a los moriscos abulenses, que gozaban de un elevado nivel de integración. Y se consiguió, hasta que en el año 1611 la expulsión fue definitiva y Ávila perdió el 17% de su población, una población que aportaba el 49% de los recursos financieros de la ciudad. La ciudad pasó de tener 8.300 habitantes en 1611 a 5.400 en 1632 y no fue hasta principios del siglo XX cuando se recuperó el volumen demográfico del XVII.
La exposición ‘Mudéjares y moriscos
Precisamente con el objetivo de acercar a la sociedad este trabajo de investigación, el Museo de Ávila acoge hasta el próximo 18 de marzo una exposición con las piezas más significativas de la historia mudéjar y morisca en la provincia. Piezas únicas halladas en Ávila ya que sólo se conocen dos estelas funerarias mudéjares encontradas fuera de tierras abulenses: en Lisboa y Toledo. Entre ellas destaca un cipo funerario de mediados del siglo XIII correspondiente a una mujer y que refleja que doscientos años después de que Alfonso VI conquistara Toledo, los musulmanes toledanos conservaban su costumbre de señalizar las sepulturas con estas piezas cilíndricas.
De Segovia ha viajado hasta Ávila una llave islámica como las que aparecen representadas en la Alhambra de Granada, considerada un ejemplo de falso mudejarismo, ya que según un estudio en el que ha participado Javier Jiménez, no deben relacionarse ni con la ciudad de Segovia, ni con su aljama mudéjar, ya que se trata de objetos traídos desde al- Andalus como trofeos tras las campañas militares y que eran ofrecidos a monasterios o iglesias.
En la exposición también puede contemplarse parte del sepulcro de un musulmán que pertenecía a una destacada familia mudéjar, los Rico, que desempeñaron importantes cargos en la aljama abulense en el siglo XV; por este motivo el sepulcro fue distinguido, además de por el hecho de haber sido asesinado. Actualmente se encuentra en la Iglesia de Santiago de Ávila.
Por otra parte, se ha reconstruido en el Museo un horno elaborado a partir de estelas funerarias de la necrópolis abulense y que por motivos de conservación no se ha podido trasladar a la capital. Un dato curioso sobre las estelas funerarias de los musulmanes, reseña Javier Jiménez, es que sabemos que son islámicas por las inscripciones, algunas con citas coránicas, pero utilizan elementos decorativos del arte cristiano contemporáneo, como el gótico final abulense. “Se produce así un fenómeno de intercambio cultural contrario al del arte mudéjar: si éste utiliza un lenguaje islámico para unos edificios conceptualmente cristianos como palacios o iglesias, el lenguaje que emplean los mudéjares para sus propias estelas funerarias está tomado del arte cristiano contemporáneo”, añade Jiménez.
(Fuente: León Noticias / E. Rodríguez)

3 de junio de 2010

¿Quienes eran los moriscos?

Los moriscos (palabra que deriva de "moro") fueron los musulmanes españoles bautizados tras la pragmática de los Reyes Católicos del 14 de febrero de 1502. Tanto los convertidos con anterioridad al catolicismo romano de forma voluntaria como los convertidos obligatoriamente en adelante pasaron a ser denominados moriscos. Antes de la conversión forzada, a los musulmanes que vivían practicando de manera más o menos abierta su fe en los reinos católicos romanos la historiografía los llama mudéjares, aunque en la época esta denominación se refería sobre todo a los musulmanes del Reino de Castilla, ya que en Aragón se les llamaba simplemente moros y, en Valencia, sarraïns ("sarracenos"). (Wikipedia)


"Morisco" es la palabra que usa la historiografía para referirse a estos musulmanes catolizados, aunque en la época se usaba también con frecuencia cristiano nuevo, o más específicamente cristiano nuevo de moro, para diferenciarlos de los judíos bautizados, que también eran cristianos nuevos.

En 1491 Boabdil, el último rey nazarí, capituló ante los Reyes Católicos y negoció la entrega de Granada el 25 de noviembre. Entre otras cosas se acuerda:


Desembarco de moriscos en Orán.

«Que los moros podrán mantener su religión y sus propiedades. Que los moros serán juzgados por sus jueces bajo su ley, que no llevarán identificáis que delaten que son moros como las capas que llevan los judíos. Que no pagarán más tributo a los reyes católicos que el que pagaban a los moros. Que podrán conservar todas sus armas salvo las municiones de pólvora. Que se respetará y no se tratará como renegado a ningún católico que se haya vuelto moro. Que los reyes sólo pondrán de gobernantes gente que trate con respeto y amor a los moros y si estos faltasen en algo serían inmediatamente sustituidos y castigados. Que los moros tendrán derecho a gestionar su educación y la de sus hijos».

La población morisca se concentraba sobre todo en tres regiones de España: Castilla (menormente y con presencia muy localizada en las actuales provincias de Ávila y Salamanca) Aragón, Valencia y Granada.

Al haber sido el último reino islámico de la Península, en esta región se concentró hasta los años setenta del siglo XVI el mayor contingente morisco, mayoritario y muy escasamente aculturado: hablaban corrientemente el árabe, conocían bien el islam y conservaban la mayor parte de los rasgos culturales que les eran propios: vestido, música, gastronomía, celebraciones, etc.

Texto aljamiado (en castellano pero con grafía árabe).

Con motivo del primer levantamiento del Albaicín que se extendió por las Alpujarras en 1500 (del que hablaremos más adelante), los católicos aprovecharon para afirmar que los musulmanes habían quebrantado el pacto alcanzado en 1491. Por ello dictaron la Pragmática de 14 de febrero de 1502, que ordenaba la conversión o expulsión de todos los musulmanes del reino de Granada, exceptuando a los varones de menos de 14 años y las niñas menores de 12, antes de abril del citado año. Esta Pragmática supuso un quebrantamiento de los compromisos firmados por los Reyes Católicos con el rey Boabdil en las Capitulaciones para la entrega de Granada, en las que los vencedores castellanos y aragoneses garantizaban a los musulmanes granadinos la preservación de su lengua, religión y costumbres.

Con la Pragmática de 1502 los mudéjares de toda España tuvieron que ir a las iglesias a bautizarse. Se les preguntaba qué nombre querían tener, y si alguno no entendía bien el castellano, cosa que pasaba sobre todo en el antiguo reino de Granada, o no se le ocurría ningún nombre, se le ponía Fernando si era hombre e Isabel si era mujer. La conversión fue general en todas partes. A partir de esta conversión forzada, los mudéjares dejaron oficialmente de serlo, ya que estaban bautizados y se les llamaba moriscos.

Para evitar el exilio, la mayoría de los musulmanes optaron por la conversión al catolicismo. La conversión fue general en todo el Reino de Granada. Durante el reinado de Carlos V, gracias al apoyo que los moriscos prestaron al rey y a sustanciosos donativos, la corona adoptó una posición flexible con ellos y les permitió que conservaran sus usos y costumbres. De esta forma, los moriscos se mantuvieron como una comunidad propia sin integrarse en la sociedad española de su tiempo. Hasta el segundo levantamiento de las Alpujarras (1568-1571) (Continuará...)