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9 de noviembre de 2012

La "caja negra" de los fenicios

Se trata de un altar fenicio encontrado en Coria del Río (Sevilla) y que ha conservado restos biológicos durante 2.700 años. El altar ha revelado que los rituales fenicios efectuados por los tartesios en adoración al dios Baal incluían la incineración de vísceras de caprinos, empleando maderas de encinas, alcornoques, chaparros, olivos y jaras. Los especialistas buscan ADN de la grasa de las manos del constructor del altar.
La directora del Museo Arqueológico de Sevilla, Concepción San Martín
observa la pieza encontrada en Coria del Río.
Arqueólogos, biólogos, botánicos y restauradores del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) han extraído información de un altar fenicio del siglo VII antes de Cristo, hallado en Coria del Río (Sevilla), como si fuese "una caja negra" que ha conservado restos biológicos durante 2.700 años.

Los restos hallados en la tierra arcillosa prensada con la que se construyó este altar de 90 centímetros de largo por 60 de ancho y 45 de altura y casi media tonelada de peso ha revelado que los rituales fenicios efectuados por los tartesios incluían la incineración de vísceras de caprinos, empleando maderas de encinas, alcornoques, chaparros, olivos y jaras.

Del interior del altar se han extraído igualmente diversas muestras de polen y de cristales de oxalato, que producen algunas especies vegetales sometidas a estrés, restos de pino y encina y piedras que habían estado en el interior del intestino de una cabra.

Aún están por concluir la búsqueda de ADN de la grasa de las manos del constructor o constructores del altar, un rastreo del que no existe precedente y que se efectúa con ayuda de especialistas de la Universidad de Upsala (Suecia).


Sin monumentalidad, pero con información
El director general de Museos de Andalucía, Miguel Castellano, ha señalado que aunque el altar carezca de "monumentalidad, estética o belleza" es un hallazgo importante por la información que ha propiciado sobre los ritos al dios Baal y la información aportada sobre la cultura tartesia y fenicia.


De ahí que el equipo investigador que se ha hecho cargo de su investigación lo haya calificado de "caja negra" por la cantidad de información que contenía la tierra prensada de su interior, según ha explicado a los periodistas la restauradora de la pieza, Ana Bouzas.

La directora del Museo Arqueológico de Sevilla, Concepción Sanmartín, ha expresado la emoción que le produce esta pieza ahora restaurada y que se mostrará en el Arqueológico de Sevilla, en una nueva sala dedicada al Tesoro del Carambolo y la cultura tartésica.


Otros dos altares en la Península
Sanmartín ha asegurado que, en toda la Península, sólo existen otros dos altares similares, el del Carambolo y el de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz), y que el estudio de este de Coria ha permitido determinar que el sacrificio no se efectuaba en el altar, sino en una estancia apartada.

También que las vísceras y carne de animales se ofrecían ya asadas, probablemente en bandejas metálicas, ya que no se han hallado microcarbones, lo que elimina la posibilidad de combustión sobre el altar.

La tierra arcillosa prensada o adobe con la que fue construida tanto la base del altar como sus paredes era "tierra virgen", que el constructor extrajo a cierta profundidad, por lo que si se lograra extraer su ADN se podría obtener información sobre su procedencia, lo que, según Sanmartín, ayudaría a aclarar la relación entre fenicios procedentes de Oriente Próximo y población autóctona o tartesia.

Hallazgos como el de este altar demuestra, según Sanmartín, que los fenicios y la población autóctona convivían también en el interior de la Península y no solo en las costas, como se pensó durante años.

Tras cinco o seis generaciones de convivencia, como han demostrado otras investigaciones sobre cerámicas y orfebrería, Sanmartín ha señalado que quizás habría que hablar sólo de tartesios, por la integración de los fenicios.
(Fuente: EFE / El Mundo)

31 de agosto de 2011

Restauran el mosaico romano "Nacimiento de Venus", datado en el siglo II


 El mosaico romano "Nacimiento de Venus", que está datado en el siglo II después de Cristo y tiene una gran superficie, de más de seis metros de largo por cuatro de ancho, está siendo restaurado por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) para su exhibición en el Museo de Málaga.
El IAPH es el encargado de la restauración para el Museo de Málaga.
Este mosaico fue hallado en 1956 en la casa número 94 de la calle González Marín de la localidad malagueña de Cártama, ha informado hoy la Junta en un comunicado.
La obra representa el momento en que Afrodita, con larga cabellera y sobre una gran concha, llega empujada por el soplo de los dioses y arrastrada por los delfines a la playa de una de las islas que tradicionalmente se le dedican.
Hasta ahora, el IAPH ha realizado la extracción de muestras y la confección de un mapa de daños para conocer el estado de la obra, la eliminación de la primera capa del mortero de cemento basto, la limpieza de mortero y teselas, y la unión de piezas con resina e introducción del mortero en las juntas, fisuras y grietas del mosaico para recomponer los vacíos.
Por otra parte, el IAPH está acometiendo igualmente los trabajos previos a la restauración de la estructura arqueológica del Hipogeo Púnico, que constituye una pieza inédita dentro de los fondos del Museo de Málaga y que se incorporará al programa museológico de la futura sede del Palacio de la Aduana.
Los técnicos del instituto tienen previsto comenzar en septiembre la tarea de eliminación del bloque de hormigón que sirve de protección a esta tumba fenicia de forma cuadrangular, que fue hallada a finales del siglo pasado en la calle Mármoles de la capital malagueña.
El mosaico mide más de 24 metros cuadrados.
Ambas piezas integran un conjunto de seis obras de la colección permanente del Museo de Málaga que serán restauradas durante los próximos meses en los talleres del IAPH.
Se trata de los óleos "El milagro de Santa Casilda", de José Nogales Sevilla; "El quite", de Enrique Simonet, y "En la puerta del cuartel", de Enrique Jaraba Jiménez, así como la escultura en madera "San Francisco de Asís", de Gutiérrez León.




(Fuente: Ideal)